Algo que nos enorgullece, y que nos pone muchísimos problemas, es que esta feria está hecha por quienes vamos a ferias y atendemos en ellas. Editores y escritores. No tenemos contratada una empresa de producción que organiza los espacios como organizan los matrimonios. Eso hace todo muy difícil, quizás en algunos aspectos nos quedamos atrás, como haberme dado cuenta hace poco que debía notificar a carabineros y a bomberos de que haríamos lo que estamos haciendo.
Cuando nos autoimpusimos el desafío y la fecha, sabíamos que tendríamos tres meses, porque no podíamos convocar a las editoriales antes de marzo. Esto que diré a continuación, lo digo como editor, como escritor, y no como alguien que lleva trabajando con la Furia del Libro desde hace casi diez años: ha sido una pesadilla. Por eso quiero empezar agradeciendo al Centro GAM todo el apoyo que nos ha dado durante esta última década. GAM es un espacio cultural central, importante y que, ahora lo sé por contraste, funciona como un refugio para proyectos emergentes que serían incapaces de organizarse y echar a andar algo de esta envergadura.
Sobre eso, los comienzos, me gustaría contarles, brevemente, que la furia nació como un espacio de visibilización de editoriales independientes y emergentes, donde pudimos compartir nuestros primeros públicos. Pero siempre estamos empezando, siempre estamos aprendiendo, y nos damos cuenta, como feria, que estas editoriales ya no nos necesitan solo para hacerse visibles, porque eso lo han logrado con sus libros y proyectos. Muchas tienen distribución internacional, autores consagrados acuden a ellas por razones no solo emotivas, incluso profesionales, los circuitos están más que establecidos.
Los circuitos están más que establecidos. Algunas editoriales, que venimos trabajando el tema hace un tiempo, asistiremos de todas maneras a la Feria de Frankfurt en desacuerdo con la decisión de bajar la participación de Chile como invitado de honor. Hay muchas cosas pasando. Entonces como feria nos volvemos a preguntar quiénes somos y por qué hacemos esto que hacemos.
Creemos que a la Furia, que ha estado más de diez años promoviendo la lectura y la literatura, a la Furia las editoriales la necesitan ahora para otra cosa. ¿Cuál es esa? No lo sé. No me voy a apropiar de un discurso mesiánico. Pero por lo que he podido ver en ferias extranjeras, justamente, y por lo que hizo implosionar a nuestra Feria Internacional del Libro, algo en lo que podemos aportar es en hacer más estrechos los eslabones de nuestra cadena. Conocernos, encontrarnos, incluir en estas instancias por ejemplo instituciones, bibliotecas y colegios. ¡Tenemos visitas de colegios! ¡Editoriales independientes que hasta hace poco solo vendíamos ejemplares a nuestros conocidos!
Después de esta inauguración, después de la lectura de Elvira Hernández, les voy a pedir que recorran la diversa planta de Estación Mapocho. Lo que encuentren dentro de este edificio maravilloso es el trabajo de las editoriales que están acá. Que estemos hoy acá es el trabajo de todo el sector y no de un equipo de producción, no de una feria, porque este es un espacio de metabolismo colectivo: sin este efluvio de vida de todos nosotros, no existe. Quiero sumar a ese reconocimiento a las fundaciones de fomento lector, bibliotecas, a quienes hacen clubes de lectura o difunden las novedades literarias. A trabajadores de instituciones públicas que ven valor en esta forma de hacer libros y han apoyado desde su lugar y posibilidad. A autorías que participan activamente de la programación. Al Centro Cultural Estación Mapocho quienes han acogido nuestras rarezas para salir adelante. Y por supuesto a los miles de ojos curiosos que siguen experimentando con nuestras publicaciones.
Una feria gratuita, en este lugar, es para todos ustedes quienes han compartido con nosotros por más de diez años una Furia por el libro. Una feria gratuita en la Estación Mapocho es para demostrarnos que es posible si se quiere, es posible si nos queremos.
Buscamos vernos serios, ejecutivos, productores de una gran feria, pero aquí voy a confesar algo, porque no somos así. Yo aprendí a leer en este lugar. En los noventa me senté en esa escalinata hojeando un Ásterix mientras mi viejo andaba, quizás, lanzando su primer libro. Estamos ocupando un espacio oficial para la historia editorial chilena, con proyectos editoriales que el relato de esa historia oficial rehuía de incluir. Cada vez que recorrí este espacio imaginándome cómo lo haríamos, cuando vimos el enorme cartel de entrada liberada cruzando la fachada, sentimos una verdadera emoción, pura alegría y espero que, como si esto también fuera literatura, ese cariño por este espacio lo hayamos hecho realidad.
¿Dije que fue una pesadilla? Ha sido un sueño.
Leamos y soñemos. Eso nunca va a parar.
Simón Ergas, director de La Furia del Libro
Discurso inaugural de La Furia del Libro 2023 · Estación Mapocho