Por Galo Ghigliotto
Fundador de La Furia del Libro
Varias veces he escuchado decir que La Furia del Libro surgió como una protesta contra la FILSA (Feria Internacional del Libro de Santiago). También he escuchado versiones según las cuales La Furia empezó como la iniciativa de unos muchachos anónimos que se instalaban a vender libros piratas con paños cerca de esa gran feria. De los orígenes de La Furia se dicen muchas cosas, pero lo cierto es que éramos un grupo de pequeñas editoriales buscando una vitrina que nos concediera un poco de justicia.
En ese tiempo, trataba de echar a andar una distribuidora de libros de editoriales independientes, pero nos costaba mucho llegar a las librerías. Esto, porque los libros eran raros o poco comerciales o de diseños inusuales o mucha poesía. Con Gladys Mendía, con quien trabajábamos en la distribuidora, decidimos hacer una feria. El nombre de La Furia surgió en una conversación con el poeta Gustavo Barrera, como un juego de palabras, pero un juego que representaba una forma de sentir por lo que creíamos injusticia. Se trataría, entonces, de una feria de editoriales independientes para editoriales independientes; de una feria en la que, a diferencia de la FILSA, primaría la poesía, la performance, los discursos de los márgenes.
En la primera versión de La Furia del Libro, de junio de 2009, participamos 18 editoriales. Nos acompañó en esta primera versión un amigo argentino, el editor y poeta Francisco Garamona, y con Gladys, en tanto poeta venezolana, diríamos que empezamos una primera versión internacional. Fueron pocos días, un fin de semana de junio, en el que llovió y llovió sin parar como nunca en Santiago. Así y todo se llenó a tope: calculamos que fueron unas 300 personas todo el fin de semana.
Tuvimos un apoyo para hacer una segunda versión ese mismo año, y así fue como pasamos de un pequeño restaurante en el Barrio Lastarria a uno de los galpones de calle Chucre Manzur. En esa versión de la feria preparamos almuerzo gratuito para los expositores, almuerzos que cocinamos diariamente con otros dos editores en la cocina del galpón. Ya en esa segunda versión éramos más de 40 editoriales.
Al año siguiente un amigo, el poeta Juan Carlos Vidal, nos contó que estaba trabajando en el evento de inauguración del que sería un nuevo polo cultural de la ciudad de Santiago: el GAM, Centro Gabriela Mistral. Nos puso en contacto con Javier Ibacache, su primer director de programación, quien se entusiasmó con la presencia de una feria de editoriales pequeñas y dio su apoyo para ocupar este espacio. Desde ese momento, en cada diciembre, el GAM se convirtió en la casa de La Furia del Libro.
El número de editoriales crecía cada año. Salieron varios artículos de prensa a propósito de La Furia del Libro, su novedad, su oferta de libros inconseguibles. En 2011 la revista Paula publicó un artículo llamado “El boom de las editoriales independientes”, lo que validó el movimiento. Todo ya estaba lanzado. Las editoriales independientes habían empezado a nacer en masa, contando con un espacio como La Furia. Proliferaron también los diplomados en edición, lo cual les permitió a muchas personas interiorizarse sobre el trabajo de un editor o editora para crear sus propios proyectos. Y también fueron naciendo otras ferias. En Chile, la Primavera del Libro; en Argentina, la FED; en Perú, La Independiente; en Barcelona, Literal Pro, todas inspiradas, con mayor o menor reconocimiento, por La Furia del Libro.
“Hoy, hay cerca de 50 editoriales independientes en Chile”, afirmaba el citado reportaje de 2011. Una década después, más que un auge, la edición independiente vivía una etapa de consolidación. De hecho, para 2021, a causa del explosivo aumento de editoriales, el espacio del que La Furia podía disponer en GAM se hizo insuficiente, pues postularon decenas más de las 150 que las plazas central y oriente tenían capacidad de acoger. Para pesar de la organización, varias editoriales quedaron fuera. Entendimos que debíamos hacer un cambio, o una ampliación. Pero, ¿dónde?
En 2022 se materializó una idea que, si bien se había barajado varias veces, parecía demasiado ambiciosa: hacer La Furia del Libro en la Estación Mapocho. La capacidad y el compromiso del equipo de organización podría llevar adelante el desafío. Así que fue el momento de dar el paso.
En la versión de invierno de La Furia, en 2023, participaron más de 250 editoriales de Chile, Argentina, España, Colombia, Perú y Uruguay. Ese fin de semana visitaron la exhibición más de 60.000 personas. Este 2024, La Furia proyecta repetir la hazaña de congregar a decenas de miles de personas en este espacio tan importante para los libros y, más aún, de fomentar la lectura y el gusto por la literatura.
Este año La Furia cumple 15 años, si bien nunca pensé más allá de una o dos versiones. No se planteó como algo de largo plazo. Es más, varias veces nos preguntamos si valía la pena seguir, por diferentes razones. Pero, 15 años más tarde, La Furia sigue. Y por lo visto, aquí seguirá, intacta.